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Juan Pablo Roncoroni, Villa Gesell. Tengo varios blogs que versan sobre distintas cosas... la cerveza, el placer de viajar y escribir.

lunes, 13 de julio de 2009

La Ciudad Sagrada



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Álbum de algunas de las fotos del viaje hay como mil




Ingresamos aproximadamente a las 6:30 a.m a las Ruinas de Machupicchu, y debemos decir que esta ciudadela misteriosa nos impresionó desde un primer momento. Su disposición laberíntica, sus muros y desniveles, como así también los misterios que encierran estas ruinas, son algo maravilloso e indescriptible. 








Lo primero que hicimos siguiendo las indicaciones de Edgar, el guía que nos había acompañado durante tres días durante el trayecto que va desde Cuzco a Aguas Calientes, fue ir raudamente hasta la base del Huaina Pichu. El asenso a esta montaña, que siempre se ve como telón de fondo en la típica postal de Machupicchu, es una tradición entre los excursionistas. Para subir al Huaina Picchu (montaña nueva, en quechua) es preciso anotarse en una lista que tiene un cupo de 400 personas diarias. Si llegás en el lugar 401, no te dejan subir. Esta medida tiene por objeto no sobrecargar a la montaña de turistas y así evitar la erosión. Por suerte obtuvimos nuestro numero sin mayores dificultades, en el segundo turno de ascenso que era a las 10:00 a.m, mientras tanto aprovechamos el tiempo que faltaba participando de una visita guiada. Sinceramente nos encantaría contarles un montón de cosas sobre las historia de Machupicchu y sus características constructivas. Pero el cómo, el porqué, el quién y el cuándo nos fue vedado, porque nos tocó un guía que estaba reloco. Y no hacía otra cosa que hablar de la onda mística, la ayaguasca (una plantita alucinógena) y sus conversaciones personales con los Apus. Los Apus son las montañas, la tradición quechua cree que las montañas son seres vivos a los que es conveniente no hacer enojar. De allí vienen las ofrendas que se realizan a estas deidades de la naturaleza, que incluso en otros tiempos consintieron en sacrificios humanos. Más allá de las creencias, que respetamos como a cualquier religión, consideramos que nuestro guía charlaba demasiado con los Apus y andaba volando montado en un cóndor. Digamos que no estábamos en la misma dimensión, y nos quedamos con ganas de conocer datos con mayor asidero histórico. Si n embargo podemos decir que la visita a Machuppichu fue una experiencia hermosa. La estructura pétrea del conjunto se conjuga con la hierba profundamente verde. Se ven muros de diferente estilo constructivo, desde los más toscos hasta los que llevan piedras encastradas en forma milimétrica, lo que determina la importancia en el uso del edificio. 








Las ruinas permanecieron ocultas al mundo moderno durante varios siglos hasta que el explorador estadounidense Hiram Bingham descubre en 1911 las ruinas junto al cerro cuyo nombre terminaría denominando a la antigua ciudad incaica, cuyo nombre original se desconoce. No es que no existiera conocimiento sobre la existencia de la ciudadela, de hecho fue el campesino peruano Melchor Arteaga quien habló a Bingham de la existencia de las ruinas. Pero fue el estadounidense, y un equipo de la universidad de Yale (EEUU), quien realizó la limpieza del lugar extrayendo la vegetación que lo cubría. Cuando decimos limpieza y extracción también nos referimos al patrimonio incaico que por derecho le corresponde a la República del Perú. La expedición de Bingham realizó excavaciones en 1912, 1914 y 1915 en las que encontró 50.000 piezas arqueológicas que fueron a parar a la Universidad de Yale. El Gobierno peruano aún reclama la devolución de dicho patrimonio. El tren más lujoso de Perú Rail, que va de Cuzco a Aguas Calientes, se llama Hiram Bingham; y el precio (u$d 500) por viajar en este moderadamente lujoso convoy (que según pudimos espiar no es nada de otro mundo) es tan saqueador como el propio Bingham. Para ser justos, y no tan agresivos con quien inspirara a los creadores del personaje Indiana Jones, también debemos decir que fue gracias a Bingham que se corrió el velo que cubría Machupicchu. Y después de todo el patrimonio en cuestión no se perdió, simplemente no está en su casa.





Vimos el Inti Huatana, la Casa del Inca, el Templo del Cóndor, el Observatorio Astronómico, la Casa del Guardián, etc., y llegamos al final de la visita guiada. Y luego de tener disputas con una pareja de turistas argentinos (Doña Rosa y su marido) que nos reprimían si opinábamos, y que también eran histéricos ante el aporte histórico de ciudadanos peruanos que sí decían cosas con fundamento; Geraldine y yo nos fuimos a subir el Huaina Pichu. Para nuestra desgracia nuestros compatriotas estaban en la cola para acceder a la montaña, pero afortunadamente luego los perdimos. El Huina Picchu no es una montaña de grandes dificultades técnicas, pero si bastante empinada. En realidad mi asma bronquial y prominente panza hacen que cualquier montaña tenga dificultades técnicas, sin embargo con voluntad y con ganas llegamos a la cima en poco más de una hora. Se lo va ascendiendo por una escalinata de piedra y se va teniendo una visión panorámica de la ciudadela que bien valen la pena el esfuerzo. Algunas personas han perdido la vida en el Huaina Pichu, pero lo atribuyen principalmente a la imprudencia, es importante hacer el ascenso con calma y cuidado.


Fue muy reconfortante encontrarnos en el ascenso con nuestros compañeros de excursión (con los que compartimos la combi, las bicicletas y parte de la caminata para llegar a Machupicchu) Irlandeses, Ingleses, Israelitas y los "professionals peruviam guides". A medida que íbamos subiendo y desde la cima pudimos apreciar la cordillera de Vilcabamba, los picos nevados, el paisaje verde de la ceja de selva (transición entre la selva y la sierra) y a las ruinas desde lo alto. Si uno lo mira con buena voluntad la planta de Machupicchu tiene forma de cóndor. Para el pueblo quechua este ave representa el cielo. El día era diáfano y el sol nos acariciaba, permanecimos un rato en la cima y recorrimos ruinas incaicas que están en las laderas del Huaina.

Luego de bajar del Huaina, disfrutamos, transgrediendo las reglas, de un frugal picnic entre las ruinas. Eso sí no dejamos nada de basura. Sacamos fotos, miles de fotos y recorrimos algo del camino que va al Inti Punku (Puerta del Sol), pero estábamos cansados, y lo más grave era que se había acabado nuestra agua. Así que prematuramente a las 3 p.m. abandonamos la más famosa entre las ciudades de los Incas. Al final del artículo de este blog "Como llegar a Machupichu por un camino alternativo", hablamos del problema del agua y los baños en este parque arqueológico.



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