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Juan Pablo Roncoroni, Villa Gesell. Tengo varios blogs que versan sobre distintas cosas... la cerveza, el placer de viajar y escribir.

jueves, 26 de agosto de 2010

Último día de nuestra estadía en Bogota


El último día de nuestra corta estadía en Bogota, fue muy agradable. Por la mañana  0020visitamos el Museo Botero, donde además de ver una colección increigle de cuadros y esculturas de Fernando Botero, también apreciamos la pinadote particular del artista, la misma incluye obras de Salvador Dalí, Pablo Picasso, Joan Miro, Alfred Sisley, Camil Pissarro, y otros pintores de gran renombre mundial. Como no podía ser de otra forma, me acorde de Ronqueta y el legado que me dejo al estimular en mi la inesplicable atracción por contemplación de  la pintura. Es increíble la alegría que me despierta ver grandes obras originales. Afortunadamente este sentimiento lo comparto con Geraldine, mi mujer.















Bastante a las corridas, luego de un espectacular café en uno de los locales Juan Valdez, visitamos el museo numismático, es increíble como la história de un país está asociada a su moneda. También, nos sorprendió, la similitud de Colombia en muchas cosas con respecto a la Argentina. En el museo, se hace constar el pedido del primer empréstito, y la fecha, año más, año menos coincide con los prestamos sólitados por Bernardino Rivadavía para resolver el deficit de nuestras pampas. Cuando caímos en cuenta de la hora, notamos que apenas faltaba media hora para la hora en que Juan Camilo, nuestro amigo colombiano, nos había invitado a comer. Previo paso por el hotel para pagar y agarrar nuestras cosas, salimos corriendo a tomar el Metro Bus, para llegar a la otra punta de la ciudad. Por supuesto que llegamos una hora  tarde, y cuando nos encontramos con Camilo, este nos dijo: Cualquier persona se da cuenta que está en Colombia, cuando lo invitan a un baile a la una de la mañana, arriba a las tres de la mañana y descubre que es el primero en llegar. Bueno, cuando llegamos a lo Camilo, el prometido “ajiaco colombiano” todavía nisiquiera se había empezado a cosinar. Lo que si estaba en su punto exacto era el primero de los 8 estilos de cerveza artesanal que tomamos desde el medio día hasta la noche. Arrancamos con una Kolsh (cerveza rubia muy popular en la ciudad alemana de Colonia) elaborada, todas las que tomamos, por el propio Juan Camilo. Fue descubrir que mi discípulo,  instruido  hace 5 años junto a las hirbientes  ollas cerveceras de El Viejo Hobbit, hace tan buena cerveza. Sobre todo teniendo en cuenta que en los países de Sudamérica, fuera de Argentina, la cerveza artesanal no abunda. Juan Camilo nos contó que conseguir los permisos para hacer cerveza en Colombia es algo poco menos que imposible; y que la elaboración de cualquier bebida fermentada en tu propia casa es técnicamente ilegal. Charlando, charlando, y luego de degustar una exquisita Scotish (cerveza roja), el ajiato estuvo en listo. ¿Qué es el ajiato? Una sopa a base de pollo, tres tipos de papas andinas (inexistentes en la Argentina), y unas hierbas que en nuestras cocinas tampoco se encuentra; va acompañado de aguacate, arroz, y arepas (que en el caso de la receta de la abuela de nuestro amigo son sustituidas por croissants)  La descripción un suena muy deslumbrante, pero sin embargo hay que probar el ajiato de Camilo, para descubrir la sutileza del plato. Estaba espectacular. De postre tomamos una cerveza inspirada en las trapenses belgas, a estas siguieron, una Dubble, y dos Strongs Ales (una rubia, y otra rojita); Strong Ale, quiere decir mucha graduación alcohólica. Charlar con Camilo, fue muy grato, y nos hizo comprender la complicada cosmovisión colombiana. A las nueve de la noche, emprendimos nuestro camino a la terminal de buses, donde a las 23 horas colombianas nos apeamos al micro que nos devolvería a Armenia, la ciudad donde habíamos dejado la camioneta y el trailer. Ya le contamos, que el recorrido los 300 kilómetros de montañas entre Bogota y Armenia, lleva 9 horas, pero de noche las aprovechamos para mal dormir.












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