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Juan Pablo Roncoroni, Villa Gesell. Tengo varios blogs que versan sobre distintas cosas... la cerveza, el placer de viajar y escribir.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Venezuela, Tucacas, y sobre todo nuestras cacas.

Para ver fotos de Caribe Venezolano: 
http://picasaweb.google.com/hobbitsaventureros/2010VenenezuelaCaribe#



Estamos viajando alojándonos en estaciones de servicio de mala muerte (por falta de mejores), y eso es así ya en los últimos días de Colombia y ahora que pasamos a Venezuela, salvo anoche que logramos dormir dentro de un parque nacional junto a una playita hermosa, en Tucacas. 

Pasamos a Venezuela después de un par de días tratando de encontrar una playita bonita en el caribe Colombiano. Encontramos una bastante hermosa, que se llama Casa Grande y está  al oeste de  Cartagena de Indias. La playa era hermosa pero el oleaje del mar que estaba bravísimo y , si bien el agua era calentita no podías salir de la orilla (en donde rompían las olas), igualmente lo disfrutamos bastante, cocoteros, arenas blancas, un calorcito agradable, en fin hermoso...salvo el agua. Al día siguiente decidimos partir hacia una playa lejana, Cabo de la Vela, en la guajira colombiana (especie de desierto), todos nos decían que era hermosa, un playita  casi virgen. Tardamos casi 4 horas en hacer poco más de 100 kilómetros, por el estado desastroso del camino de tierra, allí por un par de sacudones que tuvo que dar la Colo para pasar un barrial (sí porque es desierto pero caen de vez en cuando unos aguaceros que asustan), se destartalaron algunas cosas del trailer que hubo que volver a colocar con los benditos pops. Lo peor de todo es que la playa era una villa (chozas con chapas y plásticos de mala muerte), con gente muy pobre, los indios guajiros, que bota todo al mar, así que la playita virgen era un basural, para nada bonito (y nosotros perdimos todo un día en ir y venir), a pesar de todo pudimos meternos al mar que por más de una cuadra te llega siempre a la cintura, con agua calentita, en algunos sectores había algas y entre ellas pececitos de colores, eso recompenzó un poco la desilusión del paisaje y el temporal de lluvia que se largó por 20 minutos. Por suerte algo habitaul aquí en el caribe es que te llueva que parece que se cae el cielo a pedazos y luego despeja y sale el sol nuevamente. Finalmente al día siguiente decidimos salir hacia Venezuela. Dos noches antes yo había estado bastante descompuesta, y sin saber a qué atribuirlo, ya que nos cocinamos nosotros, es agua el comprada, no sé...
Casi al mediodía cruzamos la frontera, y la imagen que nos mostró el nuevo país no fue de lo más bonita. Ya no sufrimos lo peajese abusivos de Colombia pero ahora tenemos que sufrir los baches descarnados de las rutas venezolanas (eso sí, sin peaje). Llegamos a Maracaibo, la ciudad que nada en petróleo, dicen que el calor es tan pero tan intenso que aumenta varios grados la temperatura. Nosotros ya veníamos padeciendo el calor desde hace muchos kilómetros antes de llegar a esa ciudad, tratamos mientras no vamos muy rápido, de poner el aire acondicionado, y alternamos con las ventanas  abiertas para no matar a la Colo. Nuestro paso por Maracaibo fue fugáz, pero sí nos detuvimos a cargar combustible ESCUCHEN BIEN LLENAMOS EL TANQUE CON MENOS DE 1 DÓLAR!!!, realmente tuvimos que hacer varias veces las cuentas porque no dábamos crédito del valor, es increíble más barato el combustible que el agua. Pasamos la noche en un parador junto a la ruta de muy mala muerte, con mucho calor, y camiones que llegaban y salían toda la noche, casi antes de que amaneciera, me descompuse muy mal, diarrea a la que la siguió vómitos, terribles!!!. Realmente creí que me moría, volamos a un CDI, es un centro de médicos cubanos, que parecen han instalado en todo el país por un convenio con Venezuela. Llegué que casí me caía de los dolores, allí me tuvieron 6 horas hidratándome y levantándome la presión que parece se había ido al subsuelo, más un poco de fiebre, que parece se puede producir por la misma deshidratación. Luego de tres sueros, una inyección y varios medicamentos vía suero, me dejaron incorporarme y finalmente pude partir, débil como una hojita, pero bastante más repuesta de lo que había entrado. La atención una maravilla, muy humana, y lo mejor, no tuvimos que pagar nada de nada. Todavía no sabemos bien qué puede haber sido, todos comimos y tomamos lo mismo, pero parece que algo me afecto a mí particularmente. Juan no está totalmente repuesto tampoco, sigue con diarrea, aunque sin dolores, así que comenzó a tomar un antibiótico, y yo ya no tengo dolores pero mis deposiciones no son muy firmes que digamos, así que estamos a la expectativa, casi sin comer, si tomando mucha agua. 
Lo bueno es que finalmente, nos recomendaron ir al parque nacional Morrocoy, y hacia allí partimos, llegamos al día siguiente, y allí si encontramos hermosas playas de arenita blanca, palmeras, aguas verdes y ¡pececitos de colores!!!, todos a nuestros pies. Lo único que el fondo estaba lleno de restos de corales muertos por lo que un poquito lastimaban los pies, así que meterse al agua consistía en ingresar y quedarse allí flotando sin caminar mucho. Nos hicimos amigos de un grupo de venezolanos de Merida, simpatiquísimos, él tocaba en un grupo de mariachis, así que Martín trajo la guitarra y se armó una guitarreada junto al mar, hasta que se hizo totalmente de noche. Dormimos solos ene sa playita desierta, con la brisita del mar que nos arrulló. Esta familia nos aconsejó una tomar una lanchita que sale desde el embarcadero y partir hacia alguna de las islas o cayos a pasar el día. Así lo hicimos hoy y, hoy sí pudimos decir, que estuvimos total y plenamente en el caribe, visitamos el Cayo Sombrero, realmente un paraíso, el agua profunda, super cristalina, verde, miles de peces de colores a nuestros pies que disfrutamos viendo con las antiparras, el sol a pleno, la arena parecía talco de tan blanquita... Volvimos en la barquita con una lluvia  torrencial pero, por supuesto ya pasó.














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