Nuestra entrada a Perú se vió retrasada por un desfile cívico militar que se hace el último domingo de mes en pos de profundizar los lazos entre Bolivia y Perú. Cuando llegamos a la frontera de Yunguito las fuerzas vivas de ambos países estaban estaban a full, pronunciaban discursos, tocaban bandas y desfilaban de un lado para el otro de arco que separa ambos países, pero sobre todo lo que hacían era interrumpir el paso de aquellos que deseábamos pasar por la frontera. Así que no nos quedo otro remedio que esperar unas dos horas en el lugar y hacer sociales con una pareja de polacos que están dándose una vuelta por Sudamérica en dos motos. Hella y Rafael, nos contaron los problemas que habían tenido con las autoridades bolivianas, quienes intentaron cobrarles una coima enorme alegando que sus motos nunca habían sido introducidas legalmente en Bolivia, sino técnicamente de contrabando, les pedían un papel que en el ingreso a Bolivia jamas les habían dado. Tal esa así que pasaron toda la noche en el atrio de una iglesia ubicada a pasitos de la frontera porque la policía boliviana no les dejaba sacar las motos del país si no pagaban la supuesta "multa". Pero fue a la noche cuando vieron movimientos extraños en la frontera, algunos camiones que pasaban sin ser revisados y pagaban algo así como un salvo conducto para practicar el contrabando. Hella y Rafael filmaron un video, y le hicieron creer a la policía que este ya estaba en internet. Bueno, con esta tramoya intimidatoria para los uniformados lograron sacar las motos de Bolivia. Nosotros no tuvimos problemas tan graves con la policía boliviana para salir del país, pero nos exigieron 10 soles en concepto de tasa de salida (lease coima de salida). Cuando yo pregunte ¿Cómo diez soles, si estamos en Bolivia y no en Perú aun... Y que eso de la tasa de salida....? Me dijeron, bueno señor no se enoje.... A voluntad, a voluntad... Les dí 10 bolivianos a desgano (que es mucho menos que diez soles). No es buena idea pelearse con la Policía Boliviana, o con la de cualquier país, pero da bronca la actitud indigna y deshonesta de los tipos.
Luego del desfile, y de un trato correctisimo por parte del personal de migraciones, la policía y las autoridades aduaneras peruanas logramos ingresar a Perú. A poco de andar, en el primer pueblo decidimos llamarlo a Daniel Arbizu, el médico de mis hijos, a la Argentina porque si bien Facundo había mejorado de sus mal estar gástrico, no estaba del todo bien. No logramos comunicarnos con su celular por desinteligencias comunicacionales entre centrales telefónicas, sin embargo logramos hacer una comunicación indirecta llamando a un teléfono fijo a Melisa (la hermana de Geraldine), ella habló con él y nos comunicó que Daniel opinaba que la medicación recetada por los médicos bolivianos era la adecuada, que sólo había que esperar sus efectos en los siguientes tres días. Eso nos tranquilizó.
En Copacabana habíamos conocido a un peruano, Dante, especialista en la cría de truchas y otros peces, que nos había ofrecido la posibilidad de que estacionáramos nuestro trailer y camioneta en el parqueo de la empresa que trabajaba, eso quedaba en Puno, nuestro primer destino. Quedamos con Dante, en encontrarnos antes de Puno, porque él estaba haciendo unos trabajos en una estaciones de piscicultura a orillas de Titikaka, que quedaban en nuestro trayecto. Teléfono, va teléfono viene, finalmente nos encontramos con nuestro amigo Dante en Ilabe, un pueblo pequeño tristemente famoso porque sus habitantes lincharon hace algunos años a su alcalde, argumentando que las cuentas municipales no estaban claras. Desde entonces no se quien querrá ser alcalde de Ilabe.
Nos apretamos en la camioneta y Dante siguió viaje con nosotros con destino a Puno, en el camino nos llevó a conocer una estación de psicultura perteneciente a una universidad, y a visitar el templo del amor. Miren la foto y verán porque le dicen templo del amor.
Luego de la visita al templo, seguimos con Dante, rumbo a Puno. Todo iba bien hasta que nos paró la policía. Como es lógico, el uniformado que nos paró exigió la documentación de la camioneta, mi registro de conducir, y el seguro. Nosotros le entregamos todo, peo al vigilante no le convencía la documentación del seguro, y comenzó a dar vuelta.... que no quedaba claro hasta cuando cubría la poliza, y si era vigente o no en el Perú. Geral, buscaba los papeles, y la conversación con el uniformado iba con carriles amables. Pero repentinamente Dante, nuestro tripulante peruano, comenzó a gritarle al policía, tratándolo de coimero. La cosa se puso fea, el policía empezó decirle que lo iba meter preso y Dante a decirle que lo hiciera si era valiente, porque conocía gente que le haría sufrir las consecuencias de haberlo detenido. Afortunadamente la cosa no pasó a mayores porque Geral, justo encontró un recibo que demostraba que todo estaba en regla. El policía, nos dejó seguir nuestro camino, pero antes nos advirtió de la inconveniencia de andar con gente de la calaña de Dante en nuestro carro. Yo prometí apearlo de la camioneta y no relacionarme más con él, mintiendo naturalmente, apenas llegará a Puno. Luego de este episodio, cargue un poco a Dante con lo que había sucedido, pero note que el peruano se enojaba. Me decía ¡No me vasiles! ¡No me vasiles! Muy molesto...así que opte por no mencionar más el asunto.
Cuando llegamos a Puno, el estacionamiento en cuestión resultó ser un lugar repleto de moto taxis, autos, bici taxis, y para nada bonito; sus inmediaciones tampoco eran para entusiasmar a nadie porque consistían en un suburbio bastante sórdido. Sin embargo, fue una gran ayuda la que nos dió Dante al conseguirnos el lugar, Puno es una ciudad grande y no hay muchas opciones para acampar, además estábamos muy cerca del centro y era seguro porque después de las diez de la noche cerraban sus puertas con nosotros adentro . El lugar, a pesar de su fealdad resultó una excelente base de operaciones para nuestro 3 primeros días en Perú.
En Puno, visitamos su peatonal algo bonita, y el museo Carlos Dreyer (pintor y coleccionista Alemán de las antigüedades vivió Puno, a orillas del lago Titicaca, por más de 30 años y con una especial sensibilidad, tomo mucho interés por las culturas del altiplano. Carlos Dreyer nació en Alemania y vivió en Puno durante mas de treinta años. Las técnicas pictóricas que domino fueron el óleo, la acuarela, el carbón y el lápiz. En el museo hay una importante colección de objetos arqueológicos).
Puno también sirvió para conseguir soles (moneda peruana) a un precio ventajoso, que nunca más logramos en el resto del Perú.
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